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Habermas - Resumen por capítulos de los primeros temas de la Teoría de la acción comunicativa, - The Theory of Communicative Action

Resumen por capítulos de los primeros temas de la Teoría de la acción...
Asignatura

Sociología en Ciencias Sociales

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TitulaciónGrado

Educación Secundaria

5
Año académico: 2019/2020
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“Introducción: Accesos a la problemática de la racionalidad”

El pensamiento filosófico nace de la reflexivización de la razón encarnada en el conocimiento, en el habla y en las acciones. El tema fundamental de la filosofía es la razón. La filosofía, a diferencia de lo que era en sus orígenes, ya no puede referirse hoy al conjunto del mundo, de la naturaleza, de la historia y de la sociedad, en el sentido de un saber totalizante. Los sucedáneos teóricos de las imágenes del mundo han quedado devaluados no solamente por el progreso fáctico de las ciencias empíricas, sino también, y más aún, por la conciencia reflexiva que ha acompañado a ese progreso. Con esa conciencia, el pensamiento filosófico retrocede autocríticamente por detrás de sí mismo; con la cuestión de qué es lo que puede proporcionar con sus competencias reflexivas en el marco de las convenciones científicas, se transforma en metafilosofía. El pensamiento, al abandonar su referencia a la totalidad, pierde su autarquía. Las teorías acerca de las ciencias experimentales modernas (positivismo lógico, racionalismo crítico, constructivismo metódico), presentan una pretensión normativa y a la vez universalista, que ya no puede venir respaldada por supuestos fundamentalistas de tipo ontológico o de tipo transcendental. Tal pretensión sólo puede contrastarse con la evidencia de contraejemplos, y, en última instancia, el único respaldo con que pueden contar es que la teoría reconstructiva resulte capaz de destacar aspectos internos de la historia de la ciencia y de explicar sistemáticamente, en colaboración con análisis de tipo empírico, la historia efectiva de la ciencia, narrativamente documentada, en el contexto de las evoluciones sociales. Dentro de las ciencias sociales es la Sociología la que mejor conecta en sus conceptos básicos con la problemática de la racionalidad. Surge como una disciplina que se hace cargo de los problemas que la Política y la Economía iban dejando de lado a medida que se convertían en ciencias especializadas. Su tema son las transformaciones de la integración social provocadas en el armazón de las sociedades viejo-europeas por el nacimiento del sistema de los Estados modernos y por la diferenciación de un sistema económico que se autorregula por medio del mercado. Se convierte en una ciencia de la crisis, que se ocupa de aspectos anómicos de la disolución de los sistemas sociales tradicionales y de la formación de los modernos.

“Problema de la comprensión en las ciencias sociales”

Con la comprensión decentrada del mundo se produce una ilusión específica: la de que la diferenciación de un mundo objetivo significase en términos generales la desmembración del mundo social y del mundo subjetivo respecto del ámbito del entendimiento racionalmente motivado. Un error de la modernidad es el utopismo, que piensa que los conceptos de comprensión decentrada del mundo y de racionalidad procedimental podría obtenerse “simultáneamente el ideal de una forma de vida perfectamente racional”. Las formas de vida no sólo constan de imágenes del mundo “decentradas”, o de instituciones; existen “juegos de lenguaje” concretos, configuraciones históricas compuestas de prácticas, de pertenencias a grupos, de interpretaciones culturales, etc en que el sujeto crece. Sería absurdo querer enjuiciar este síndrome en su integridad, la totalidad de una forma de vida, exclusivamente bajo este o aquel aspecto de racionalidad. Habermas clasifica las acciones sociales como:

  1. Acción teleológica: concepto que presupone un solo mundo, que en este caso es el

mundo objetivo. Este mundo objetivo está definido como totalidad de los estados de cosas que existen o que pueden presentarse o ser producidos mediante una adecuada intervención en el mundo. 2. Acción estratégica: En este caso partimos de a lo menos dos sujetos que actúan con vistas a la obtención de un fin, y que realizan sus propósitos orientándose por, e influyendo sobre, las decisiones de otros actores. Los sujetos que actúan estratégicamente tienen, pues, que estar pertrechados cognitivamente de modo que para ellos no solamente puedan presentarse en el mundo objetos físicos, sino también sistemas que toman decisiones. Exige más de un sólo mundo. 3. Acción regulada por normas: presupone relaciones entre un actor y exactamente dos mundos. Junto al mundo objetivo de estados de cosas existentes aparece el mundo social a que pertenece lo mismo el actor en su calidad de sujeto portador de un rol que otros actores que pueden iniciar entre sí interacciones normativamente reguladas. 4. Acción dramatúrgica: entendemos una interacción social como un encuentro en que los participantes constituyen los unos para los otros un público visible y se representan mutuamente algo. Al presentar ante los demás un determinado lado de sí mismo, el actor tiene que relacionarse con su propio mundo subjetivo.

La problemática de la comprensión en las ciencias sociales Los distintos modelos de acción presuponen cada uno de ellos distintas relaciones del actor con el mundo; y estas relaciones con el mundo no solamente son determinantes de los aspectos de la racionalidad de la acción, sino también de la racionalidad de la interpretación de esas acciones por un intérprete. Pues al hacer uso implícito de un concepto formal de mundo, el actor da por sentadas determinadas presuposiciones de comunidad o intersubjetividad que desde su perspectiva van más allá del círculo de los inmediatamente afectados y pretenden también ser válidas para el intérprete que se acerque desde fuera. En las ciencias sociales los procedimientos de interpretación racional gozan de un dudoso prestigio. Habermas sostiene que con el acceso en términos de «comprensión» al ámbito objetual de la acción social se plantea ineludiblemente la problemática de la racionalidad. Las acciones comunicativas requieren siempre una interpretación al menos incoativamente racional. En la acción comunicativa, incluso el inicio de la interacción se hace depender de que los participantes puedan ponerse de acuerdo en un enjuiciamiento intersubjetivamente válida de sus relaciones con el mundo. La sociología tiene que buscar un acceso en términos de comprensión a su ámbito objetual porque se encuentra en él con procesos de entendimiento a través de los cuales y en los cuales el ámbito objetual de la sociología se ha constituido ya en cierto modo a sí mismo previamente, es decir, antes de toda intervención teórica. El científico social se encuentra con objetos estructurados ya simbólicamente; éstos encarnan estructuras de un saber preteórico, con cuya ayuda los sujetos capaces de lenguaje y de acción han constituido esos objetos. El sentido propio de esa realidad estructurada ya simbólicamente con que el científico social se topa cuando trata de constituir su ámbito objetual, radica en las reglas generativas conforme a las cuales los sujetos capaces de lenguaje y de acción que aparecen en ese ámbito objetual producen directa o indirectamente el plexo de su vida social. El ámbito objetual de las ciencias sociales comprende todo lo que puede caer bajo la descripción «elemento de un mundo de la

neutral. Esto es posible porque incorpora desde su teoría de la acción comunicativa la idea de que todo acto enunciativo tiene un enunciado y una enunciación. Decimos algo y afirmamos, sostenemos este enunciado. Consideramos no sólo lo que decimos sino el contexto en el que se dice. Esto lo dota de sentido y acerca las reglas de interpretación posibles. La clasificación de acciones sociales le permite al autor plantear la cuestión de la objetividad como una construcción intersubjetiva que permite comprender y a la vez juzgar acerca de las pretensiones de validez y a partir de esta idea pueden comprenderse las acciones y su contexto y también puede juzgarse acerca de su legitimidad y de sus pretensiones de validez. Lo interesante del análisis es que la pretensión de validez, si bien es arbitraria, no deriva del sujeto únicamente, sino que está planteado como procedimiento intersubjetivamente validado y legitimado por la comunidad científica. Sin embargo, el juicio de especialistas tampoco es suficiente. Los sujetos involucrados participan y esto se relaciona con una actitud reflexiva que apunta a la construcción de objetividad como espacio de diálogo argumentativo. La conclusión de Habermas, es que existe la objetividad aún habiendo juicios de valor. Trata de resolver la tensión objetividad-subjetividad sin caer en un relativismo a ultranza. Estas reflexiones que requieren mayor profundización tienden a sostener espacios de intercambio y reflexión que ayuden a pensar cómo se construyó el campo científico en las ciencias sociales y cuales son las condiciones de validez del conocimiento que es legitimado por los integrantes del campo y por la sociedad. ¿De qué hablamos cuando decimos objetividad? ¿Cuáles son las tendencias para discutir producción científica? ¿Cómo somos valorados socialmente? ¿Cómo opera la legitimación del conocimiento? Todas estas preguntas y muchas más son las que nos debemos hacernos para tratar de configurar un espacio que pueda pensarse más o menos articulado y con pretensiones de validez. Habermas y su propuesta de consenso racional plantea la búsqueda de una fundamentación de la comprensión verdadera y que la de las ciencias naturales, comparable al de las ciencias empírico-analíticas,no puede ser codificado sin hacer referencia a las dimensiones sociales del debate.

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“Introducción: Accesos a la problemática de la racionalidad”
El pensamiento filosófico nace de la reflexivización de la razón encarnada en el
conocimiento, en el habla y en las acciones. El tema fundamental de la filosofía es la razón.
La filosofía, a diferencia de lo que era en sus orígenes, ya no puede referirse hoy al
conjunto del mundo, de la naturaleza, de la historia y de la sociedad, en el sentido de un saber
totalizante. Los sucedáneos teóricos de las imágenes del mundo han quedado devaluados no
solamente por el progreso fáctico de las ciencias empíricas, sino también, y más aún, por la
conciencia reflexiva que ha acompañado a ese progreso. Con esa conciencia, el pensamiento
filosófico retrocede autocríticamente por detrás de mismo; con la cuestión de qué es lo que
puede proporcionar con sus competencias reflexivas en el marco de las convenciones
científicas, se transforma en metafilosofía. El pensamiento, al abandonar su referencia a la
totalidad, pierde su autarquía.
Las teorías acerca de las ciencias experimentales modernas (positivismo lógico,
racionalismo crítico, constructivismo metódico), presentan una pretensión normativa y a la
vez universalista, que ya no puede venir respaldada por supuestos fundamentalistas de tipo
ontológico o de tipo transcendental. Tal pretensión sólo puede contrastarse con la evidencia
de contraejemplos, y, en última instancia, el único respaldo con que pueden contar es que la
teoría reconstructiva resulte capaz de destacar aspectos internos de la historia de la ciencia y
de explicar sistemáticamente, en colaboración con análisis de tipo empírico, la historia
efectiva de la ciencia, narrativamente documentada, en el contexto de las evoluciones sociales.
Dentro de las ciencias sociales es la Sociología la que mejor conecta en sus
conceptos básicos con la problemática de la racionalidad. Surge como una disciplina que se
hace cargo de los problemas que la Política y la Economía iban dejando de lado a medida que
se convertían en ciencias especializadas. Su tema son las transformaciones de la
integración social provocadas en el armazón de las sociedades viejo-europeas por el
nacimiento del sistema de los Estados modernos y por la diferenciación de un sistema
económico que se autorregula por medio del mercado. Se convierte en una ciencia de la crisis,
que se ocupa de aspectos anómicos de la disolución de los sistemas sociales tradicionales y de
la formación de los modernos.
“Problema de la comprensión en las ciencias sociales”
Con la comprensión decentrada del mundo se produce una ilusión específica: la de que
la diferenciación de un mundo objetivo significase en términos generales la
desmembración del mundo social y del mundo subjetivo respecto del ámbito del
entendimiento racionalmente motivado. Un error de la modernidad es el utopismo, que piensa
que los conceptos de comprensión decentrada del mundo y de racionalidad procedimental
podría obtenerse “simultáneamente el ideal de una forma de vida perfectamente racional”. Las
formas de vida no sólo constan de imágenes del mundo decentradas”, o de instituciones;
existen “juegos de lenguaje” concretos, configuraciones históricas compuestas de prácticas, de
pertenencias a grupos, de interpretaciones culturales, etc en que el sujeto crece. Sería absurdo
querer enjuiciar este síndrome en su integridad, la totalidad de una forma de vida,
exclusivamente bajo este o aquel aspecto de racionalidad.
Habermas clasifica las acciones sociales como:
1. Acción teleológica: concepto que presupone un solo mundo, que en este caso es el

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