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Filosofia resumen cefi

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Filosofia (2702)

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IDEAS (REVISTA)

Si el mundo no nos es en absoluto indistinto - a los filósofos-, no es por una buena voluntad o un interés teórico, sino porque ya estamos en él. No se trata por lo tanto de unir lo separado, ni de establecer puentes entre abismos, sino de reflexionar sobre los sentidos de ese estar en el mundo y explorar la medida en que puede ser transformado por el pensamiento. Quiere decir que tenemos que extraer y poner delante el problema. Ya estamos afuera. Somos trabajadores de la investigación y la docencia académicas, y en tanto tales, parte del movimiento obrero y no un ente extraño que contemplaría el mundo laboral desde una vitrina. Nuestra labor tiene sus exigencias y requerimientos específicos, como toda obligación laboral: las investigaciones deben realizarse, su pertinencia y originalidad justificarse, los libros, artículos, partes de libros y trabajos en eventos científicos deben producirse, las evaluaciones y formación de investigadores concretarse, etcétera; el sistema académico lo requiere y, para bien o para mal, es la forma que tenemos hoy de cumplir con nuestro trabajo. Estamos tan en el mundo como cualquier otro trabajador, sin transparencia ni calma, sometidos a los vaivenes de ser parte de lo que nos constituye, con interferencias y éxtasis, con embriaguez y rutina. De la misma manera, nos vinculamos con otras formas de ser, trabajar y naufragar en el mundo. No somos sólo filósofos académicos. Nos ponemos en el afuera cada vez que redactamos y participamos en declaraciones públicas en torno a la coyuntura. También nuestra investigación en sí misma está ya afuera. Nuestra labor específicamente académica es parte constitutiva de lo que desborda sus fronteras disciplinarias y técnicas. Y esto porque nuestra investigación básica tiene un aspecto inherentemente práctico. Estudiar la obra de los grandes filósofos, hacerlo en forma contextual y comparada con pensadores de otras épocas y otras geografías, y sobre todo cruzar sus caminos con las preguntas del presente, permite comprender que no existen cosas ni hechos desnudos, independientes de nuestra forma de pensarlos, sino que cada forma del pensamiento transforma el mundo, sus objetos y su acontecer. Se trata de pensar el mundo (interpretarlo), y pensándolo lo transformamos. Investigando, meditando, discutiendo y escribiendo comprendemos que, en cada tiempo, hay una imagen del

pensamiento que se constituye (o puede constituirse) como un sentido común, una imagen dogmática que se

anquilosa se fija, y se vuelve la única forma de lo verdadero, lo naturalmente cierto. Ese sentido común nos nutre y nos constituye. La filosofía ha sido históricamente crítica del sentido común y, al mismo tiempo, tanto su víctima pasiva, como una de sus grandes productoras. La lucha contra el sentido común en el seno del propio pensamiento es uno de los desafíos que la filosofía retoma sin cesar. Reflexionar sobre el sentido común, luchar contra sus disfraces y astucias, combatir la estupidez (que no es otra cosa que el sentido común hecho verdad) es una de las tareas indelegables de la filosofía. Así, la filosofía es reflexión, crítica y disrupción. Nunca una verdad, nunca un saber desapegado de su época y sus condiciones, sino siempre un trabajo incesante sobre sí misma, en un círculo de reflexión que nunca cesa, porque aquello sobre lo cual la reflexión reflexiona no deja de variar, de devenir, de mutar. También el sentido común, a pesar de su apariencia fija y anquilosada, no cesa él mismo de mutar. Las fuerzas que lo constituyen varían, y con ellas la imagen de lo verdadero, el valor de los valores. Cambió el gobierno, cambiaron las fuerzas hegemónicas, cambió la subjetivación y, con ello, cambió el sentido común mismo. Cambió aquello que pretende y logra relativamente establecerse como pensamiento hegemónico en cierto contexto, tensionando internamente seguidores y detractores. Los valores que parecían ganados para siempre se han puesto en duda, e incluso invertido. Cada variación de valores modifica el mundo, y exige nuevos conceptos para pensarlos y para luchar contra su aberración, cuando ésta tiene lugar. Exige, por lo tanto, crear conceptos. Y tal es la tarea específica de la filosofía. Sólo ejercitando la crítica y la reflexión, el buen sentido puede distinguirse de ese sentido común que arrastra y lleva consigo. Se trata de un punto de partida, no de llegada.

Existen diferentes modos de encarar el salto hacia lo que se ha vuelto ajeno. Uno es la divulgación, a la que mucho debe la actualidad de la filosofía. La filosofía arriesga convertirse en mercancía, el discurso en edificante, el genuino placer de pensar en mero consumo de novedades. En todos los casos, desnudan en la academia, incluso en quienes intentamos conjurarlo sin cesar, un excesivo recelo de poner su labor en un cuerpo a cuerpo con otros ámbitos sociales. El gesto de ir hacia afuera no puede ser dejado de lado. Otro camino es la vía de la autonomía filosófica. Como alguna vez teorizó el arte, en esa autonomía, en ese gesto de trabajar sus propias leyes y formas de desarrollo y validez, consistiría su relación con la sociedad. La filosofía se comunica con lo social merced a su autonomía, y evita todo riesgo de explicar al otro su verdad y sentido. Especializarse sería la clave de la socialización. Como dijimos más arriba, sería al mismo tiempo la forma de cumplir con nuestro trabajo y, por lo tanto, a mucha honra. Pensar la filosofía como una actividad eminentemente colectiva que necesita que se creen y sostengan los espacios que la hagan posible. En cada punto de colectividad, el pensamiento alcanza una nueva densidad, una dimensión imposible para un pensar solitario. Cada vez mayor densidad, hasta alcanzar el umbral de desborde donde, de pronto, nos encontremos ya inmersos en el punto en que la diferencia entre la filosofía académica y lo social se haga indiscernible, haciendo bloque con la otredad, tejiendo comunidades de sentido. Desbordados de filosofía, el problema del exterior – soñamos– se habrá desvanecido.

De ese modo, se desnudan las ataduras del conocimiento a determinados intereses sociales. Las esferas del Saber y del Poder, arbitrariamente escindidas por los positivistas, revelan los lazos que las mantienen unidas. Jauretche en todas sus obras disecciona y analiza los paradigmas del caso que escribe. En todos los casos eligió un término para referirse a ese paradigma capaz de adquirir múltiples rostros donde ocultar su única identidad: “pensamiento colonial”. EL PARADIGMA COLONIAL COMO SISTEMA DE ZONCERAS El carácter axiomático que Jauretche atribuye a las zonceras revela que las entiende como el punto de partida desde el cual se examina la realidad. Se refiere a ellas como a las "anteojeras" que el pensamiento colonialista ha creado en nuestro pensamiento desde la primera edad, para asentar sobre esos pilares la arquitectura de su falsedad". Dice Jauretche que las zonceras "no se enseñan como una asignatura" sino que "están dispersamente introducidas en todas"; que son las condiciones que hacen posible el conocimiento y que en su diversidad "participan de finalidades comunes". Apoyándose mutuamente y complementándose unas con otras, las distintas zonceras adquieren la fisonomía de un sistema articulado, configurando lo que Jauretche denominará el sistema de la colonización pedagógica: "la pedagogía colonialista - dice- no es otra cosa que un puzle de zonceras". La omnipresencia del sistema de la colonización pedagógica, asentado en todos los aparatos ideológicos de que dispone la sociedad para reproducirse (la escuela, la cátedra, la prensa, las sociedades de escritores, etc.) le confiere un poder formidable del que resulta muy difícil escapar. Aunque la categoría de "pedagogía colonialista" o "sistema de zonceras" cumple la misma función organizadora del conocimiento que Kuhn atribuyó a la de "paradigma", el pensamiento de Jauretche está muy alejado del relativismo cognoscitivo y, más aún, del irracionalismo y el idealismo de los que se acusa a Kuhn. La pedagogía colonialista, puntualiza Jauretche, es "una desviación mental introducida por la desconexión con la realidad" y un buen remedio contra ella es "el buen sentido de lo popular (que) no tiene anteojeras que le deforman la visión". Si para Kuhn todo el conocimiento científico, en cualquier época y lugar, está inevitablemente mediatizado por un paradigma, para Jauretche la pedagogía colonialista además de mediatizar deforma la realidad.

LA PEDAGOGÍA COLONIAL AL DESNUDO

El propósito jauretcheano era desplegar en todas sus facetas el paradigma dominante de la pedagogía colonialista, para mostrar sus falacias ocultas y hacer evidentes sus propósitos implícitos. La revolución en el campo del conocimiento - esto también lo decía Kuhn- es comparable a la revolución política. Esta última, ya se sabe, suele irrumpir por la puerta trasera sin pedir permiso. ¿No debe esperarse lo mismo de la primera? Jauretche no ignoraba que para demoler el edificio intelectual de la colonización pedagógica había que asaltar los recintos sagrados de sus administradores - la comunidad científica o académica-y que la magnitud de la tarea exigía empezar por el principio: subvirtiendo ese lenguaje oscuro y elusivo que los profesores consagrados y los sabios de capilla emplean como argamasa de una producción intelectual que siendo abstrusa y falaz quiere pasar por profunda y reveladora. Jauretche arremete entonces contra la pedagogía colonialista. Dada su condición de paradigma organizador y legitimador del conocimiento, ésta comprende tres instancias que, aunque articuladas y en permanente retroalimentación, resultan diferenciables:

  1. el sistema conceptual
  2. los aparatos legitimadores y sus administradores
  3. los beneficiarios del paradigma
  4. El sistema conceptual Jauretche observa que "plantear el dilema de los opuestos civilización y barbarie e identificar a Europa con la primera y a América con la segunda, lleva implícita y necesariamente a la necesidad de negar América para afirmar Europa, pues uno y otro son términos opuestos: cuanto más Europa más civilización, cuanto más América más barbarie". Como puede advertirse, la oposición entre civilización y barbarie (ver Manual de Zonceras) conlleva una explícita carga valorativa, que de inmediato se traslada a los referentes de cada uno de los términos: "la mentalidad colonial
  • apunta Jauretche- cree que todo lo autóctono es negativo y todo lo ajeno positivo".

Si Europa encarna un valor positivo (la civilización), la tarea del intelectual progresista consistirá en civilizar ayudando al país a salir de América para entrar en Europa. Una vez internalizada la zoncera, queda convertida en "un medio por excelencia" para abordar los fenómenos históricos, políticos y sociales. Conviene insistir: la zoncera no nace del falseamiento de los hechos de la realidad, sino que es la condición misma de tal falseamiento. Hoy resulta moneda corriente referirse a los momentos decisivos de la historia argentina del siglo XX - la emergencia del yrigoyenismo y del peronismo- como ejemplos prototípicos de lo que llamaríamos "coincidencia interparadigmática", es decir, al interior del sistema de zonceras, entre los opuestos ideológico-políticos de la izquierda y la derecha. En tanto que son dos variantes del polo de la "civilización", se vieron en un momento crítico compelidas a hacer causa común contra el polo de la "barbarie ``.¿Por qué la parte de la intelligentzia, democrática o marxista, no pudo entender un hecho tan evidente en ninguna de las dos oportunidades? La oligarquía trató de invalidar porque sus intereses concretos coincidían con los criterios de civilización y barbarie, pero en otro caso la explicación sólo es posible a puro vigor de la zoncera: incapaz de salir del esquema y partiendo del mismo supuesto histórico de que las masas en el pasado habían expresado sólo la barbarie frente a la civilización vio en su nueva presencia una simple recidiva. "Pensar en términos nacionales" significa construir un "modelo o patrón" alternativo al que supone la pedagogía colonialista y que permita aprehender la realidad tal como ella se presenta, sin falsearla o distorsionarla. Si la pedagogía colonialista elabora un sistema de zonceras para abordar la realidad, el contenido falaz de ese sistema se desprende de su carácter derivado de una realidad focalizada desde un lugar que no es el nuestro. Lo que se presenta como saber "universal" es en realidad un saber eurocéntrico. Para Jauretche, en el terreno de las ciencias sociales, ni las teorías, ni los valores, ni la terminología tienen carácter universal. La zoncera paradigmática "civilización o barbarie", entonces, pierde la autenticidad y operatividad que pudo haber tenido en otro tiempo y lugar para convertirse, en el aquí y ahora, en un producto artificial y reificado que lejos de hacer inteligible aquello que pretende explicar, lo distorsiona. Todas las zonceras derivadas de la zoncera madre heredan este pecado de origen. Estos dos modos antagónicos de entender la realidad - o como un enfrentamiento entre la civilización y la barbarie o como uno entre minorías opresoras extranjerizantes y mayorías populares nacionales- está señalando las diferencias irreconciliables entre la pedagogía colonialista y la pedagogía nacional jauretcheana. Si en el primer caso se trata de un paradigma articulado cuyo centro de irradiación son los aparatos legitimadores del status quo y cuyos beneficiarios son las élites económicas dominantes, en el segundo caso estamos ante el intento de erigir sobre la crítica del primero y en beneficio de las mayorías desprovistas de poder económico y político, un paradigma alternativo de signo opuesto. Si el paradigma colonialista es una herramienta de alienación ideológica al servicio de la opresión social, el paradigma jauretcheano apuesta a desarrollarse como instrumento al servicio de la emancipación.

2) Los aparatos legitimadores

La pedagogía colonialista requiere de ciertos canales para difundirse. Esos canales son los que el filósofo Louis Althusser denominó "aparatos ideológicos del estado": la escuela, los medios de prensa, la universidad, las academias culturales, etc.”: “instituciones precisas y especializadas”. La tarea de los aparatos ideológicos consiste en elaborar discursos legitimadores del orden social. Si las zonceras que ellos difunden constituyen la dimensión discursiva de la pedagogía colonialista, los aparatos mismos, y sus administradores, encarnan la dimensión material. Otra vez conviene puntualizar: las dimensiones discursiva y material de la pedagogía colonialista se hallan entrelazadas, son las dos caras de una misma moneda. Subvirtiendo una vez más la terminología colonialista, Jauretche comenzó por introducir el término "intelligentzia" para referirse a los profesores, académicos e intelectuales que administran los aparatos ideológicos: "señalaré por qué es 'intelligentzia' y no inteligencia la constituida por gran parte de los nativos que a sí mismos se califican como intelectuales". Y agrega: "La intelligentzia es el fruto de la colonización pedagógica" Los aparatos ideológicos al servicio de la colonización pedagógica establecen las directivas: "Los temas están cuidadosamente reglamentados, así como la forma en que deben tratarse”.

Si el prisma deformante de la pedagogía colonial sólo permite a la "Argentina artificial" ver una realidad en la que la divisoria horizontal distingue la clase alta aristocrática y oligárquica, de una pequeña burguesía enfeudada a las pautas extranjerizantes del medio pelo y una clase obrera educada en el juanbe justismo, desechando el resto al campo de "la barbarie", es el prisma superador de la pedagogía jauretcheana el que rescata ese resto de la "barbarie" y lo erige capaz de animar "un modo nacional de ver las cosas". A mediados de los ‘40, este "campo de la barbarie" se hizo presente en la política argentina: ".. surgimiento de un nuevo proletariado, una nueva burguesía y una nueva clase media, que a su vez escapaban a la culturación colonizante". Si las "viejas clases" (oligarquía, medio pelo, clase obrera ligada a los servicios) estaban en el origen de la pedagogía colonial, será sobre las "nuevas clases" que se construirá la pedagogía nacional. La "cohesión" de estas "nuevas clases" es la base material de la metapolítica jauretcheana: "La cohesión nacional de las clases en ascenso (las de "la Argentina profunda"), es lo que el país necesita para vencer el enorme poder de los intereses preexistentes, nacionales y extranjeros, que se oponen a que seamos potencia".

LA METODOLOGÍA JAURETCHEANA

La “intelligentzia” que regentea el aparato de la pedagogía colonialista dispone de un método de conocimiento para aprehender la realidad. Jauretche propone el método inductivo, que es el de la ciencia, como una indisimulada defensa del empirismo. Destaquemos, por último, que el inductivismo metodológico y el empirismo filosófico parecen ir acompañados en Jauretche por una suerte de relativismo, en la medida en que distingue por lo menos dos realidades: la propia y la ajena. "Todo nuestro problema consiste en empezar a ver las cosas desde el ángulo de nuestra realidad", sostiene, mientras que la intelligentzia razona a partir de "verdades supuestamente demostradas en otros lugares y otros momentos". Inducción y deducción La inducción es aquella forma de razonamiento que, partiendo de enunciados singulares o de menor nivel o generalidad, concluye afirmando un enunciado universal o de mayor generalidad que el contenido en las premisas. La ventaja del razonamiento inductivo reside en que la información proporcionada por la conclusión es, al mismo tiempo que verosímil, mayor que la contenida en las premisas. Pero allí estriba, simultáneamente, su mayor debilidad: ningún razonamiento inductivo puede proporcionar la seguridad de que lo afirmado en la conclusión sea verdad, aun cuando sí lo sea lo que afirman las premisas. Un buen razonamiento deductivo, en cambio, sí consigue esto último. Pero paga por ello un precio: la conclusión hereda la verdad de las premisas porque, dada la naturaleza tautológica del enunciado, no añade nueva información. El inductivista consecuente está inclinado a postular la existencia de hechos "puros", directamente accesibles a través de la observación o experimentación. En ello radica, en su opinión, la garantía de objetividad del conocimiento. El problema es que no parece tener argumentos de peso para apoyar su postura. En efecto, todo indica que el dato de la realidad no está dado, ofreciéndole pasivamente al observador, sino que es producido en el proceso mismo de aprehensión cognoscitiva de la realidad. Si no se puede confiar en los datos, no es posible el conocimiento objetivo. Pero no todos piensan igual; donde afirmaban que el proceso de conocimiento (científico) tiene dos momentos: un momento "de descubrimiento" y otro de "justificación". Es en el último donde reside la objetividad que debe ser salvada para evitar caer en el irracionalismo, porque en él, a través de un procedimiento deductivo, se ponen a prueba las teorías construidas con los datos registrados en el momento del descubrimiento. Es decir, a partir de ciertos datos cuyo registro puede tal vez obedecer a determinados prejuicios o a factores subjetivos, el observador generaliza inductivamente y establece así alguna explicación de orden general o teoría. Una vez establecida la teoría, es posible deducir de ella ciertos enunciados singulares que harán referencia a hechos observables y que permitirán de ese modo su corroboración o refutación. El método de la ciencia, a la hora de justificar las teorías, es deductivo. La inducción queda desplazada hacia el momento de descubrimiento. En líneas generales, las corrientes cientificistas terminaron estableciendo una suerte de transacción: en tanto racionalistas y defensoras de la lógica formal, decretaron que el método de la ciencia es el hipotético-deductivo; en tanto empiristas y realistas, ofrecen a la inducción un espacio seguro, aunque subalterno.

Más allá de la inducción y la deducción Según Marx, el proceso que conduce al estudioso a aprehender su objeto supone tres momentos diferenciables. El primero de ellos, lo "concreto representado", es una "representación caótica" que aparece como "punto de partida" (la población, la nación, el estado, dice Marx, serían las entidades que se imponen al investigador casi intuitivamente). En un segundo momento, procede la "abstracción". Mediante el análisis, el investigador descompone lo concreto representado extrayendo conceptos y categorías: división del trabajo, dinero, valor, etc. El tercer momento es denominado "concreto reconstruido". Aquí, mediante el recurso de la síntesis, el investigador obtendría "la unidad de lo diverso", llegando a construir "espiritualmente" los sistemas económicos, el mercado mundial, etc. Este "concreto reconstruido", previene Marx, "no se engendra a sí mismo", sino que "su premisa es el sujeto, la realidad". Al puntualizar que "lo concreto reconstruido no se engendra a sí mismo" sino que "su premisa es la realidad", Marx se diferencia de ciertos hipotético-deductivistas para quienes en el origen de una investigación hay un conjunto de hipótesis, teorías o conjeturas que son independientes de la realidad material, constituyendo una suerte de principios generales provenientes ya de Dios o de alguna otra entidad ideal. Al no derivarse de la experiencia, esos principios generales adquirirían un carácter eterno e invariable, a la manera de las ideas platónicas o las categorías kantianas. Por otra parte, al distinguir "lo concreto representado" de "lo concreto reconstruido", Marx toma distancia simultáneamente tanto del empirismo como del inductivismo, ya que las teorías y los conceptos, sin perder su encarnadura material, son producidos teóricamente a partir de los momentos de análisis y síntesis, no siendo una mera generalización de hechos observables. EL MÉTODO DE JAURETCHE Si Jauretche proponía "el simple sistema de mirar sin anteojeras y juzgar según el sentido común", ello se debía a que ese era el camino posible para comenzar a desmontar el edificio de zonceras que da forma a la pedagogía colonial. Sí lo "concreto reconstruido" era el sistema de zonceras montado por la pedagogía colonial, y si ésta "no se engendra a sí misma" sino en "la realidad", pero en la realidad de los centros imperialistas, entonces hay que reemprender el camino del conocimiento partiendo de "lo concreto representado" hasta llegar a un "concreto reconstruido" engendrado en la realidad de un país semicolonial. La distancia entre la metodología y la teoría del conocimiento jauretcheanas respecto del empirismo y el inductivismo se manifiesta también en el modo de concebir la realidad que está en la base de cualquier sistema conceptual. Se trata de una realidad compleja, que nada tiene que ver con el hecho aislado - el dato- de los positivistas. En definitiva, lo que en última instancia caracteriza a la metodología es su mayor o menor productividad a la hora de entrar en acción, y no las credenciales de cientificidad que reclama apelando a nombres célebres. Si bien es cierto que para comprender la realidad se requieren las herramientas conceptuales adecuadas, también es necesario saber manejarlas.

Así la oligarquía y su oposición democrática o marxista disienten en cuanto a la ideología a aplicar, pero coinciden totalmente en cuanto al mesianismo: civilizar. Si la realidad se opone a la aplicación de la ideología según se transfiere, la inadecuada no es la ideología de transferencia sino la realidad, por bárbara. Los fines son distintos y opuestos en cuanto a la ideología en sí, pero igualmente ideológicos. Si en las ideas abstractas son opuestos, la zoncera Civilización y barbarie los unifica en cuanto son la civilización. De donde resulta que los que están más lejos ideológicamente son los que están más cerca entre sí como ocurre cada vez que la realidad enfrenta a todos los civilizadores. Entonces se unifican contra la barbarie, que es como llaman al mundo concreto donde quieren aplicar las ideologías. Esto se hace evidente en los momentos conflictuales en que el país real aparece en el escenario social o político. El mismo Mastrorilli en el artículo referido dice: "Sarmiento y Alberdi querían cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe criolla y rellenar el gran espacio vacío con sajones. Esta monstruosidad tuvo principios de ejecución,”: ● "El régimen fracasó sociológicamente. A partir de 1914 aprendió a contar con una masa popular desconfiada y adversa. En suma: el régimen quiso cambiar al pueblo y no pudo: quiso entregar el espacio inerme y tropezó una y otra vez con algo viviente y cálido que nosotros llamamos conciencia nacional y ellos desprecian como barbarie". ● Eso pasó, como dice el autor, desde 1914. Culminó "el 17 de octubre, en la más grande operación de política de masas que vio el país; la muchedumbre estaba compuesta por cabecitas de la negras —restos del criollaje proscripto— pero también por hijos de gringos, polacos y maronitas lanzados contra el régimen con violencia inusitada". La oligarquía trató de invalidar porque sus intereses concretos coincidían con los criterios de Civilización y barbarie, pero en otro caso la explicación sólo es posible a puro vigor de zoncera: incapaz de salir del esquema y partiendo del mismo supuesto histórico de que las masas en el pasado habían expresado sólo la barbarie frente a la civilización vio en su nueva presencia una simple recidiva. Una ideología apuntala a otra ideología, por más que su signo sea inverso en teoría, porque tienen en común el supuesto mesiánico que cada uno quiere realizar a su manera, pero ambas partiendo negación de lo propio. Un balcón no es una puerta por donde entra y sale lo propio y lo ajeno, sino un puesto de observación donde se espera que fuera se resuelva lo que hay que resolver dentro, cosa que le conviene a los que ya adentro lo tienen resuelto. De aquí la coincidencia cuando el país real intenta sus propias soluciones y a su manera. En tren de clasificación, la zoncera de Civilización y barbarie es una zoncera intrínseca, porque no nace del falseamiento de hechos históricos ni ha sido creada como un medio, aunque después resultase el medio por excelencia, ni se apoya en hechos falsos. Es totalmente conceptual, una abstracción antihistórica, curiosamente creada por gente que se creía historicista, como síntesis de otras abstracciones. Plantear el dilema de los opuestos Civilización y barbarie e identificar a Europa con la primera y a América con la segunda, lleva implícita y necesariamente a la necesidad de negar América para afirmar Europa, pues una y otra son términos opuestos: cuanto más Europa más civilización; cuanto más América más barbarie; de donde resulta que progresar no es evolucionar desde la propia naturaleza de las cosas, sino derogar la naturaleza de las cosas para sustituirla

LOS PROFETAS DEL ODIO Y LA YAPA (JAURETCHE)

LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN Y OPINIÓN

En una sociedad pequeña donde los hombres y los hechos se conocen por un contacto más o menos directo, la formación de ideas y los juicios puede estar influida por el prestigio de sus difusores, pero la posibilidad de una versión directa de los hechos y la dificultad de formar artificiosamente los prestigios, limitan la posibilidad de errores extrínsecos. Se hace posible allí la elaboración de las ideas y juicios y la apreciación de los hechos con independencia del aparato técnico de información. Entonces el error frecuente es el error de juicio por falla en el razonamiento, pero no el característico de la sociedad moderna: el mejor razonamiento, pero sobre la base de los elementos de juicio deformados. La instrucción pública generalizada y la existencia de los medios modernos de comunicación han sido propicios al desarrollo de las aptitudes de la opinión pública por la mayor información y ejercitación del juicio. La prensa nos dice todos los días que su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana, y nos propone sus beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad, tan restrictiva como la del estado, aunque más hipócrita, porque el libre acceso a las fuentes de información no implica la libre discusión ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden. La diferencia entre la información “libre” y la estatal es la que va de la estafa, que obtiene su participación voluntaria engañándolo sobre la naturaleza de la operación, al robo con su imposición violenta. PRENSA INDEPENDIENTE Y PRENSA DE OPINIÓN Nada hay más engañoso que la prensa llamada independiente. Cuando se ejerce la censura estatal, el lecto del periódico, o el oyente de radio y televisión, conocen su existencia y filtran el material que se les proporciona a través de un juicio que suma al dato o la opinión que se le proporciona, el conocimiento que tiene de la censura que conoce. Durante mucho tiempo esta apariencia de independencia fue creída por el público. Ahora la gente ve, lee y oye más atenta a lo que se quiere decir y a lo que no, que a lo que se expresa, porque ya identifica los intereses que hay detrás de las tribunas de doctrina. Además, paralelamente se produjo respecto de la “prensa libre” un fenómeno parecido al que ocurre cuando la censura es del estado. Desde que la gente toma conciencia de que la difusión está condicionada, lo mismo por los poderes públicos que por los poderes de información, a contrario comienza a prestigiar al pequeño periódico y otros, corren de boca en boca prestigiadas por su aspecto de sincera espontaneidad y adquieren un poder de sugestión mucho más eficaz. LA “COCINA” DE LA SUPUESTA PRENSA INDEPENDIENTE El método utilizado por la prensa “independiente”, cuya primera trampa es esa supuesta independencia, no consiste solo en la deformación de los hechos informados y en la reiteración constante y destacada de los hechos, doctrinas y soluciones convenientes a la realidad que hay detrás de esa independencia, sino al manipuleo de las informaciones que no se adecúan a sus fines. Es una técnica sutil que a veces da la impresión de objetividad. Así puede convertirse un hecho o persona en intrascendente, en importante, y disimular lo que verdaderamente lo es, aparentando cumplir con la objetividad de la información. Hay miles de recursos de esta naturaleza que forman parte fundamental de la “cocina” periodística. Pero lo pecaminoso y perjudicial que nos diferencia unos de otros es la pretensión de supuesta independencia y objetividad. Así, lo que se sabe por la prensa es mucho menos que lo que no se sabe por su silencio.

LLEDÓ: MUNDO HOMÉRICO

Podría decirse que los poemas homéricos fueron originarios y presentó un monopolio intelectual. Los primeros filósofos griegos tuvieron que enfrentarse a esta manera de pensar, de entender al mundo y a los hombres y dioses que lo habitaban. Palabras como el bien, el mal, la justicia, están ligadas al comportamiento colectivo de los hombres y la determinación de la “moralidad”, al mismo tiempo que el descubrimiento de un sistema de “valores”. Los poemas homéricos reflejaron una larga tradición, una historia donde el hombre aparece dentro de la naturaleza de la que forma parte, de mostrándola en sus pasiones, sus deseos e instintos. “Somos lo que hacemos” fue la primera teoría ética, elaborada por Aristóteles. Este hacer, el comportamiento, constituye su ontología moral pero no trata sobre normas, mandatos, teorías que habilitan acciones para ser justificadas o sancionadas, no hay códigos o instituciones que consoliden o faciliten lo que los hombres hacen; las hazañas son el espacio social que habitan como protagonistas y creadores de esta primera ética, y, no obstante, lo que en el hacen. ETHOS: no brota de la reflexión ni del pensamiento, sino que se solidifica en las obras y actividades de los hombres. Se teje una red entre los individuos, ampliando el horizonte de las propias necesidades hacia la posibilidad que trazan la necesidad de la otra. El ETHOS serán los cauces, el resultado de las obras sancionadas por un cierto valor, una cierta utilidad para facilitar la convivencia. La aceptación del ETHOS, fruto de lo colectivo conforma también la estructura de lo individual. No sabríamos nada del ethos sin la escritura y los poemas homéricos el cual permitió el comienzo de esa reconstrucción. El poema es creación: se integra en la conciencia del individuo, y modifica, corrige y sanciona sus obras. El poema irrumpe en la historia con la fuerza del mito, de la poesía, de la “otra vida” que los hombres viven cuando quieren arrancar la clausurada naturaleza la posibilidad que se abre con el sueño y que se proyecta con el deseo. Los héroes hablan Las relaciones de poder, la paz del dominio sin violencia sobre los hombres y las cosas, quedaron truncadas. La placida sociedad que, en parte, se refleja al otro lado del poema y su guerra queda ya como un sueño perdido. A este lado de los héroes, los áristoi que luchan junto a sus dioses, sus mitos y sus recuerdos, y que no tienen ya, para intentar la organización de una vida en común, sino el camino de la cada vez más próxima Polis: para ello poseen algunas instituciones, algunas formas de convivencia. En las palabras y las obras que aparecen en los poemas homéricos, principalmente en la Ilíada y la Odisea, se descubre la única posibilidad de romper el oscuro horizonte de la guerra, de salvar la violencia de la naturaleza, por medio de la mirada y la voz de los hombres. El hablar que fundará la vida “racional” habría de convertirse en sustento de la Polis, de la “Política”, del primer proyecto importante de compensar inicialmente, con el lenguaje, el egoísmo del individuo. Solo la palabra tenia poder de comunicar otra cosa que el simple dominio del cuerpo y la riqueza, de las armas y la violencia: la palabra se convertiría, con la retórica, en arma que podía también equivocarse, oscurecerse, desdoblarse; pero que no agotaba sus posibilidades en el monótono ejercicio de la fuerza. Pero en el mundo homérico es, originariamente, la guerra la que orienta y determina los hechos de los hombres. Ahí, los hechos se convierten en hazañas, y esta transformación permite adivinar la coherencia que los justifica más allá del paisaje bélico. El reconocimiento y la aceptación de la situación real de la guerra y el no enmascaramiento de esta enemistad entre unos hombres y otros, permite otro tipo de lucha que conduce a superarla. Por ello, los hombres hablan, se comunican. Y es este lenguaje el que devolverá la armonía a la polis, pero, a veces, las palabras no son suficientes para lograr la superación y aquí es donde se constituye la “política”, la cual es la que hay que tender para lograr la armonía a todas las necesidades, si es que, los hombres se convencen de que vivir es situarse al otro lado de la violencia. En esto consiste, fundamentalmente, la organización de la sociedad. Pero con esto, surgen las doctrinas éticas, el poder y el dominio.

Platón creía que la vida colectiva siempre esta proyectada hacia la guerra, no solo contra todos los demás, sino contra uno mismo también. De esto trata el arco del ETHOS homérico; entre esta guerra va a actúa el héroe, y sus obras van a convertirse en hazañas.

ARETÉ (excelencia) Y AGATHOS (bueno)

Los primeros modelos que presentan los poemas homéricos permiten entrever el origen de los términos fundamentales a toda ética: “bien”, “mal”, “responsabilidad”, “obligación”, etc. El héroe griego es adjetivado, frecuentemente como agathos, como “bueno”; pero esta bondad en Homero se refiere a utilidad, capacidad de hacer algo, algo que “sirve”. Esta supuesta bondad, va unida de areté. Este término significa algo así como “excelencia”, capacidad de sobresalir; dones que se poseen y que conceden al poseedor una cierta preeminencia, un cierto poder. Esta areté es un atributo fundamental del pathos, que acaba integrándose en sí mismo. El agathos se convierte así en aristós. EI verbo aristeuein supone ya esas determinadas hazañas con las que el héroe probara su areté. Esforzarse por ser el mejor imprimirá en el héroe un dinamismo que alcanza su sentido en el espacio bélico en el que tiene que medirse. Pero este esfuerzo no basta. Las hazañas del guerrero, del hombre que no tiene otro horizonte que el de contrastar continuamente consigo mismo en el otro, necesita del otro, enemigo o amigo, el reconocimiento. Su vida queda proyectada así en un marco social para el que vive y al que, en el fondo, sirve. La hazaña nunca es completamente individual. El individuo humano es también, como su misma naturaleza enseña, indigente. Ser el mejor requiere que alguien lo sepa e, incluso, que lo comunique. En este momento es cuando el areté, la excelencia, adquiere su verdadero sentido. Ser aristós es ser dicho aristós. El significado de la admiración Por medio del mito, se configura un espacio, irreal también como el del poema; pero donde, en determinadas circunstancias, puede construirse una forma de realidad. Con los poemas épicos, los griegos empezaron a sentir, al lado de su propio tiempo humano, configurado por la necesidad, otro tiempo, configurado por el destino, por el poder, por la amistad, por el honor, por el valor, por la prudencia, por la generosidad. La encarnación de estos modelos eran unos seres especiales, los griegos los llamaron dioses, aunque los situaba al otro lado de lo que son los hombres. El modelo y el héroe que expresa estos sentimientos, emociones, pasiones que el oyente de los poemas por su propia experiencia conocía, son admirados. La admiración quiere decir que la vida se identifica con el suelo, que el tiempo real de quien admira se llena del contenido propuesto por el poeta, del contenido insinuado en las hazañas. LA FAMA DEL HÉROE Se habla del valor de aquel héroe que venció a otro, valeroso también. Y esta victoria es mas firme y mas alta si el otro, el rival, es también “victorioso”, si puede ser victorioso. No es un vencido quien sucumbe, sino un posible vencedor. La gloria del héroe vencido no es vencida. Se vence a un hombre; pero la gloria que arrastra en su caída, la areté que lleva consigo, el linaje que le ata al tiempo pasado, no parece con él; lo recoge la fama de aquel que lo ha vencido. En alguno de los combates, antes de la muerte del guerrero, el poeta recuerda quien era y de donde venia el héroe herido, como si en ese momento de la muerte se quisiera sintetizar algunos de los aspectos de su particular areté. La fama por la que tanto se lucha apenas le sirve al héroe para otra cosa que para vivir en la memoria de los otros. Precisamente esa gloria ajena, que pasa a manos del guerrero con su victoria, encuentra su más alta expresión cuando deja también de pertenecer. Con ellos se construye un valor esencial para la propia existencia. Este valor supera el innato egoísmo, a pesar de la creciente tensión que el héroe mantiene para afirmar su propia personalidad. Porque la afirmación de la singular existencia, que constituye un rasgo fundamental en esta primera y originaria interpretación de la aristocracia, va unida a la absoluta negación, con la muerte.

Se sabe que este fenómeno tuvo lugar en ciudades pertenecientes a la civilización griega. a) ¿qué tipo de actividad desarrollaron los primeros que filosofaron? Comenzaron a observar la realidad a partir de una perspectiva inédita, con el objeto de obtener ciertas certezas capaces de apoyar un cierto tipo de vida. Hoy podemos considerar a la filosofía como un objeto de estudio. b) “Todos los hombres desean naturalmente saber” La filosofía tiene como meta la obtención de un “saber” capaz de fundamentar cierto comportamiento. Pero el ser humano no esperó que la filosofía diera sus primeros pasos para buscar ese tipo de saber: “Todos los hombres desean naturalmente saber”. c) Las respuestas míticas Nos referimos al consabido “pasaje del mythos al logos”, para explicar este pasaje suele constituirse un dossier integrado por mitos de toda especie, y luego se lo contrapone con “la filosofía”, caracterizada por “la razón”. Nuestra posición, dice Cordero, es más modesta: no hay ningún pasaje, evolución, ruptura, continuidad o lo que fuere del mythos al logos. Los mitos son creaciones anónimas y permanecen en el dominio de la oralidad, mientras que las respuestas filosóficas reconocerán un autor, o una escuela, y estarán contenidas en textos. d) La especificidad de la civilización griega Una vez alcanzado cierto nivel de cultura, se halla una serie de relatos míticos que pretenden explicar problemas fundamentales. No se inventa un mito para justificar algo banal o superficial mitos se forjan para responder a preguntas implícitas, no formuladas, tales como“¿Cuál es el origen de todo: universo, dioses, hombres?”

Cada civilización ofreció sus explicaciones, a lo que podríamos llamar “ el orden cósmico”, suele hablarse de
“cosmologías”, y, cuando éstas son presentadas según un esquema genético, se habla de “ cosmogonías”.

A finales del siglo VII a., ocurre que en ese periodo no se encuentra ninguna narración mítico- cosmológica ni cosmogónica en la tradición griega (excepto por Hesíodo). Las conocidas cosmogonías órficas fueron elaboradas a partir del siglo VI y, especialmente, en el siglo V, cuando la filosofía ya está en plena vigencia. Pero nunca sabremos si había relatos cosmológicos realmente arcaicos entre los griegos, ni en qué consistían, ya que no quedan testimonios escritos que nos permitan analizarlos. e) Los poemas Homéricos (siglos XIII-VIII a) Se forjan mitos cosmogónicos y cosmológicos para explicar los problemas fundamentales. Este testimonio son los poemas Homéricos. Un jónico llamado Homero puso en orden y por escrito, un conjunto de cantos transmitidos por la tradición oral. Dada la lejanía de los sucesos narrados, los autores de los poemas Homéricos invocan a las Musas, hijas de las Memorias, para garantizar la autenticidad del relato. Los dioses están omnipresentes, como en la vida cotidiana, e intervienen enlos acontecimientos, los dioses abundan tanto en los relatos cosmológicos de otras culturas como en los poemas homéricos. Pero los dioses homéricos tampoco son responsables del orden cósmico. En efecto: ellos deben aceptar una instancia superior, anónima, que les impone, ya que no son todopoderosos.

f) La necesidad de encontrar una nueva perspectiva Cuando ciertas circunstancias histórico-culturales se produzcan en la sociedad griega, la apetencia natural del ser humano por responder a aquellas cuestiones a las cuales los mitos no respondieron tendrá como consecuencia el surgimiento de una nueva manera de observar “todo”, que se llamará “filosofía”. El detonador de la nueva manera de pensar será el cambio vertiginoso de las estructuras de la sociedad griega entre los siglos VIII y VII a. Al comienzo del siglo VIII el auge del comercio conduce a la llamada “colonización” griega. Por la producción y comercio, surgen las “ciudades autónomas” (del griego “polis”). “Surgimiento de la polis, nacimiento de la filosofía”. Es así como ciertos individuos, poseedores ya de conocimientos técnicos, aplicaron la argumentación para resolver los problemas que el apetito natural del saber de los griegos no había dejado en manos de las divinidades ni consolidados en relatos míticos., surgió así una nueva manera de observar la realidad. g) El caso especial de Hesíodo, “ciudadano-mitógrafo Hesíodo, ya ciudadano, es decir, habitante de una polis, expresa su visión personal, “razonada”, del mundo mediante mitos. Hesíodo coloca como primera divinidad al Espacio Vacío, a una suerte de Apertura. La intención de Hesíodo es evidente: la genealogía de dioses que va a presentar debe llevarse a cabo “en alguna parte”. Por consiguiente, antes que nada, se produjo el Espacio Vacío. Yluego comienza la serie de divinidades. Hesíodo, respecto al mito de las edades de la humanidad (las cuatro edades metálicas: oro, plata, bronce y hierro). Él se lamenta de haber vivido en la edad de hierro porque consideraba que en su mundo reinaba la desmesura, el desequilibrio e injusticias respecto a lo que paso con su hermano Perseas. Esto muestra que, poco tiempo antes del surgimiento de los primeros filósofos, pero ya enel ámbito de la polis griega, el apetito natural por dar razón de ciertos problemas fundamentales se traduce en explicaciones argumentadas de un pasado (con consecuencias en el presente), ausentede la tradición anterior. “Los primeros que filosofaron” Se considera a Pitágoras como el padre del término “filósofo” al negar cuando le adjudicaron como un sabio, ya que él alegó que no era un Sophos sino apenas un philosophos, que aspiraba a ser sabio, que amaba la sabiduría. La palabra filosofía apareció mucho antes que filósofo.

  1. TALES, uno de los Siete Sabios Aristóteles, a mediados del siglo IV a. C., hace alusión a “los primeros que filosofaron”, y cita un nombre propio, Tales de Mileto. Tales, era un ciudadano de Mileto. O sea que, si la filosofía comenzó con Tales, la filosofía nació en Grecia. Allá por 586 Tales gozaba del uso pleno de sus facultades intelectuales, era conocido como astrónomo, ingeniero y matemático, se lo llamaba un “sabio” porque estaba dotado de “sabiduría”. El mismo arsenal teórico que Tales puso en juego para producir ese eclipse pudo haberlo puesto enpráctica para intentar solucionar otros problemas, ya no a sus astros, sino a lo que por entonces se llama la physis, y esa búsqueda “amante” de un nuevo saber se llamó poco después “filo-sofía”. a) El rol de Aristóteles Aristóteles no pretende ser un historiador de la filosofía. Y, el nombre Tales aparece en la Metafísica cuando Aristóteles echa una mirada hacia el pasado para describir la tarea de quienes lo precedieron en la búsqueda de “las primeras causas”. Para Aristóteles, la única manera de conocer “algo” consiste en conocer su causa. Para la mentalidad griega, la causa de algo esnada menos que su razón de ser. En el pasaje mencionado de la Metafísica, Aristóteles dice que las primeras respuestas a lacuestión de las causas de “todo” ofrecieron como solución los “principios naturales” de las cosas. Aristóteles afirma que la primera manera de filosofar respondió con elementos materiales al problema de las causas, y que Tales fue el iniciador de este tipo de filosofía.

Anaximandro nos da la clave de la solución cuando dice que de la physis indefinida se separaron gérmenes de los opuestos. Una vez que esos opuestos germinan, podemos suponer que con ellos se constituye toda la realidad. O sea que habría tres etapas en este proceso: 1) lo indefinido, queya contiene los gérmenes de los puestos; 2) el surgimiento de los opuestos ya fuera de loindefinido, y 3) la constitución de todo mediante los opuestos. Esto significa que, genéticamente, los opuestos están unidos. Lo seco y lo húmedo estaban contenidos en el mismo germen. Luego, al separarse para conformar todo cuanto existe, se independizan, pero no deben intentar anularse mutuamente. El equilibrio es “mutuo”: Anaximandro dice que las cosas “se rinden mutuamente justicia y castigo por sus injusticias”. En el caso de la polis, la injusticia, entonces, habría consistido en rebelarse contra el soberano, representado por lo indefinido, y en haber osado “separarse” de él. Hablamos de un equilibrio mutuo que debe existir entre entidades incluso opuestas. 3. ANAXÍMENES Anaxímedes, fue un seguidor de Anaximandro. Y al igual que Tales y al recién nombrado, todos propusieron una cierta physis como principio de todas las cosas, y ella estaba en relación estrecha con el carácter vital de la realidad, sea porque era esencial para la vida como la humedad, sea porque contenía los gérmenes de todo. Anaxímenes propuso el aire (aér). “Así como nuestra alma, que es aire, nos mantiene unidos, el soplo (pnéuma) y el aire (aér) abarcan todo el universo”. La relación entre el alma (psykhé) y el aire o el soplo vital es una idea tradicional que se encuentra ya en los poemas homéricos y la asimilación del universo a un ser vivo que respira coincide con la perspectiva de sus predecesores. Cuando el ser humano no respira, muere; algo similar le podría ocurrir al universo y por esa razón el elemento principal de éste, su “ser”,es el aire, que no es indefinido, pero es ilimitado. Anaxímenes también sostenía que la tierra es plana y que se apoya sobre el aire. 4. HERÁCLITO Fue un ciudadano de Éfeso, se estima que Heráclito habría estado activo entre los años 503 y 500 a. a) El estilo Ya la antigüedad se le había aplicado a Heráclito el apodo de “Oscuro”, no en función de su pensamiento, sino respecto de su estilo. Teofrasto, discípulo de Aristóteles le había atribuido al carácter “melancólico”, de Heráclito en la oscuridad, de su estilo. b) Un filósofo eminentemente personal Puede decirse que Heráclito es un filósofo un tanto especial. Heráclito no se deja aprisionar, porquees un filósofo eminentemente original, su punto de partida es precisamente la crítica de los filósofos anteriores. Heráclito combate a esos personajes que el pueblo considera “sabios” y que son para él acumuladores de conocimientos. Esa gente merece el nombre de “filósofos” no de sabios. Platón hizo de Heráclito el filósofo del “todo fluye” y Aristóteles privilegió en él, la noción de fuego, que colocaría a Heráclito en la serie de los filósofos preocupados por un “principio” (arkhé) elemental, pero estas concepciones parecieran no concordar con las citas literales que se poseen de él. c) La tarea del sabio Heráclito se considera un sabio, no un filósofo. El filósofo ama la sabiduría porque no la posee. El auténtico sabio, en cambio, posee un solo conocimiento, conoce “la razón que gobierna todo a través de todo”. Según la interpretación de Cordero, Heráclito era un pensador eminentemente original porque no es en el componente del universo donde se encuentra su razón de ser, sino en aquello que lo estructura para que pueda ser, precisamente, unkósmos, un todo ordenado. Solo el sabio es capaz de captar este “sentido” de la realidad, que permite primero unificarla y luego conocerla.

d) La fórmula de la physis Hay una regla que describe la racionalización que existe para que el todo no sea un conjunto de elementos dispersos. Quien conoce esa regla, conoce el sentido del universo. Esta regla es una especie de ley. Este término será esencial en la filosofía de Heráclito. La palabra logos- que a medida que la filosofía construye su propia terminología, adquiere múltiples significados- está en relación con un verbo, légein, cuya raíz comparte. Esta raíz significa “reunir”. El logos es inmanente a la totalidad, vale decir que el logos es la auténtica physis del todo. “A la physis le gusta permanecer oculta”. e) El contenido del logos Es la reiteración de ejemplos, analogías, metáforas, la que pone en evidencia al logos. La sabiduría consiste en admitirlo: “escuchando al logos, y no a mí, es sabio ponerse de acuerdo para saber que todo (pánta) es uno”. En efecto, Heráclito va a mostrar que, a pesar de su posición, las cosas están unidas. En estecaso va a razonar diciendo: la unión se lleva a cabo en función de las diferencias, y cuanto más diferentes son los componentes, más sólida es la unión: “la armonía más bella [surge] de las cosas diferentes”. Una armonía es la unidad compuesta por elementos diferentes, cada uno de los cuales tienen su propia personalidad, y es en función de ese carácter propio como se armoniza con los demás. a) El método heraclíteo Heráclito tratará de “encaminar” un razonamiento en función de un resultado, se inventará luego la palabra “método” (méthodos, literalmente, “en el camino”). Heráclito elige un camino que pocos filósofos seguirán: en primer lugar, compromete al lector para que lea varias veces sus palabras con el objeto de que descubra él mismo el sentido de la frase y comparte así el placer del hallazgo. Cada realidad posee dos aspectos, lo cual hace de ella algo a la vez idéntico y diferente: “el camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo”. Un camino, dos “propiedades”, que solo se efectivizan cuando alguien camina. En el ser humano, “es lo mismo el vivo y el muerto, el dormido y el despierto, el joven y el viejo”. Algunos textos indican incluso que los opuestos son solidarios a tal punto que uno crea al otro: “el nombre de justicia sería desconocido si no hubiera injusticias”. b) La armonización de las tensiones opuestas Cada integrante de la multiplicidad posee sus características propias, eso que los griegos llamaban “poderes”. Se deduce que la armonía que hace que todo es uno es en realidad el equilibrio que se produce después de una lucha entre poderes opuestos. Es una suerte de pacto después de un combate, y esto es así porque “hay que saber que la lucha es común, que la justicia es un combate, y que todo se produce gracias a la lucha y la necesidad”. Esta guerra se lleva a cabo entre tensiones o poderes opuestos y cuanto más opuestos son los contrincantes, más bella es la armonía: “lo que diverge, converge, y la más bella armonía proviene de las cosas diferentes”. c) “Todo fluye”, frase anti heraclítea por excelencia Que la realidad sea dinámica no significa que esté en perpetuo devenir. Es exactamente lo contrario: la armonía de tensiones opuestas garantiza la identidad de cada cosa. “se entra y no se entra al mismo rio”: el enigmático final de este breve texto tiende un paralelo entre el rio y la existencia humana, el mismo “ser, quizá un individuo, existe (ahora) y no existen (en tanto muerto) , existe como joven y como viejo, existe como uno y como múltiple. La fórmula “todo fluye” (pánta rhéi) es una modificación ulterior de la expresión “pánta khoréi es en realidad atribuida a Crátilo por Platón. El maestro, Heráclito, es inocente: ese cliché no se encuentra entre sus textos auténticos, y no podría encontrarse, ya que la fórmula de la realidad que él propuso asegura la identidad de cada cosa.

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Asignatura: Filosofia (2702)

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IDEAS (REVISTA)
Si el mundo no nos es en absoluto indistinto -a los filósofos-, no es por una buena voluntad o un interés teórico,
sino porque ya estamos en él. No se trata por lo tanto de unir lo separado, ni de establecer puentes entre abismos,
sino de reflexionar sobre los sentidos de ese estar en el mundo y explorar la medida en que puede ser
transformado por el pensamiento. Quiere decir que tenemos que extraer y poner delante el problema.
Ya estamos afuera. Somos trabajadores de la investigación y la docencia académicas, y en tanto tales, parte del
movimiento obrero y no un ente extraño que contemplaría el mundo laboral desde una vitrina.
Nuestra labor tiene sus exigencias y requerimientos específicos, como toda obligación laboral: las investigaciones
deben realizarse, su pertinencia y originalidad justificarse, los libros, artículos, partes de libros y trabajos en eventos
científicos deben producirse, las evaluaciones y formación de investigadores concretarse, etcétera; el sistema
académico lo requiere y, para bien o para mal, es la forma que tenemos hoy de cumplir con nuestro trabajo.
Estamos tan en el mundo como cualquier otro trabajador, sin transparencia ni calma, sometidos a los vaivenes de
ser parte de lo que nos constituye, con interferencias y éxtasis, con embriaguez y rutina.
De la misma manera, nos vinculamos con otras formas de ser, trabajar y naufragar en el mundo. No somos sólo
filósofos académicos. Nos ponemos en el afuera cada vez que redactamos y participamos en declaraciones
públicas en torno a la coyuntura.
También nuestra investigación en sí misma está ya afuera. Nuestra labor específicamente académica es parte
constitutiva de lo que desborda sus fronteras disciplinarias y técnicas. Y esto porque nuestra investigación básica
tiene un aspecto inherentemente práctico. Estudiar la obra de los grandes filósofos, hacerlo en forma
contextual y comparada con pensadores de otras épocas y otras geografías, y sobre todo cruzar sus caminos
con las preguntas del presente, permite comprender que no existen cosas ni hechos desnudos,
independientes de nuestra forma de pensarlos, sino que cada forma del pensamiento transforma el mundo,
sus objetos y su acontecer. Se trata de pensar el mundo (interpretarlo), y pensándolo lo transformamos.
Investigando, meditando, discutiendo y escribiendo comprendemos que, en cada tiempo, hay una imagen del
pensamiento que se constituye (o puede constituirse) como un
sentido común
, una imagen
dogmática
que se
anquilosa se fija, y se vuelve la única forma de lo verdadero, lo naturalmente cierto. Ese sentido común nos nutre y
nos constituye. La filosofía ha sido históricamente crítica del sentido común y, al mismo tiempo, tanto su
víctima pasiva, como una de sus grandes productoras.
La lucha contra el sentido común en el seno del propio pensamiento es uno de los desafíos que la filosofía retoma
sin cesar. Reflexionar sobre el sentido común, luchar contra sus disfraces y astucias, combatir la estupidez (que no
es otra cosa que el sentido común hecho verdad) es una de las tareas indelegables de la filosofía. Así, la filosofía es
reflexión, crítica y disrupción. Nunca una verdad, nunca un saber desapegado de su época y sus condiciones, sino
siempre un trabajo incesante sobre sí misma, en un círculo de reflexión que nunca cesa, porque aquello sobre lo
cual la reflexión reflexiona no deja de variar, de devenir, de mutar. También el sentido común, a pesar de su
apariencia fija y anquilosada, no cesa él mismo de mutar. Las fuerzas que lo constituyen varían, y con ellas la
imagen de lo verdadero, el valor de los valores.
Cambió el gobierno, cambiaron las fuerzas hegemónicas, cambió la subjetivación y, con ello, cambió el sentido
común mismo. Cambió aquello que pretende y logra relativamente establecerse como pensamiento hegemónico
en cierto contexto, tensionando internamente seguidores y detractores. Los valores que parecían ganados para
siempre se han puesto en duda, e incluso invertido. Cada variación de valores modifica el mundo, y exige nuevos
conceptos para pensarlos y para luchar contra su aberración, cuando ésta tiene lugar. Exige, por lo tanto, crear
conceptos. Y tal es la tarea específica de la filosofía.
Sólo ejercitando la crítica y la reflexión, el buen sentido puede distinguirse de ese sentido común que
arrastra y lleva consigo. Se trata de un punto de partida, no de llegada.

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